sábado, 23 de octubre de 2010

CAPITULO 4: LA PRUEBA DEL CENTURIÓN

Me decidí ir al cuartel, al fin y al cabo no me pareció correcto decirle a uno de los líderes de la aldea que me reuniría con él y al final no cumplir, así que a pesar de que no quería ir, me vi presionado a ir.
Raczo: Cecilia, le dije al centurión que iría al cuartel hoy por la noche para conversar sobre mi estadía en la aldea me imagino.
Cecilia: Entonces ve, tienes que llevarte bien con él, si es que te quieres quedar.
Raczo: oh sí claro. Allá voy entonces, conoceré a tus padres más tarde me imagino.
Cecilia: si.

Se dirigía al cuartel y se detuvo a medio camino, pues no estaba dispuesto a cometer errores y tenía que pensar muy bien lo que iba a decirle, pues Néstor parecía ser un tipo muy listo, decidió que la mejor manera de evitar preguntas incómodas e indeseables era ser dominante en la conversación y tomar la iniciativa en los temas que se traten. Y por sobretodo, salir de ese cuartel lo más rápido posible.
Llegó al cuartel, en la entrada estaban 2 pretorianos haciendo guardia, uno de ellos, al verlo le dijo:

Pretoriano: El centurión lo está esperando, puede pasar.
Y uno de ellos lo escoltó hacia donde estaba Néstor.
Pretoriano: Centurión, acá está a quien usted esperaba.
Néstor: Gracias, puede retirarse soldado, y todos ustedes también, dirigiéndose a un pequeño grupo de soldados que se encontraba dentro del cuartel.

Raczo: aquí estoy, tal y como habíamos quedado. 
Néstor: ya veo.
Raczo: quisiera decirle algo.
Néstor: pues es por eso que estas aquí muchacho, dime.
Raczo: he decidido quedarme en esta aldea, claro siempre y cuando usted apruebe eso.
Néstor: Hummm… pues claro, no veo ningún inconveniente en eso, pero… 
Raczo: me gustaría no vivir de gratis acá, me refiero a ganarme un sitio aquí, me parece que podría trabajar en el molino.
Néstor: Humm… si claro, eso se puede arreglar no te preocupes, pero ¿no es ahí en donde está Cecilia?, aunque de cariño todos le decimos “cessy”, ¿no era ella quien te hizo esa herida?, jajaja…
Raczo: si, ya hablé con ella y nos estamos llevando bien, y le voy a decir para que me dé clases de defensa personal. 
Conocí también a un viejo llamado Baltasar. Hasta ahora no he tenido problemas aquí. 
Néstor: bien, muy bien.
Raczo: entonces, ¿puedo irme ya?
Néstor: no, aun no. Sabes, no sé porqué, pero la razón me dice que no eres totalmente sincero conmigo, eso de que no recuerdas nada, pero aun así mi instinto me dice que confíe en ti.
Raczo: ehmmm…
Néstor: ven, quiero que veas esto
Y lo llevo hacia una mesa, en donde estaban varios documentos y en el centro un gran mapa, y él se dio cuenta muy rápido de lo que se trataba, sin embargo fingió. 
Raczo: ¿qué es eso?
Néstor: ¿no sabes? Es un mapa de guerra, como te habrás dado cuenta, no tenemos muchas tropas en la aldea, casi todas están de refuerzos en un aldea aliada. Mira, esta es nuestra aldea, estas que ves acá marcadas de rojo, son aldeas neutrales, con respecto a nosotros, estas de verde son aliadas, estas medias celestes son con quienes tenemos un pacto de no agresión. Estas que vez aquí, aquí, y aquí, son los que están atacando a nuestros aliados, ¿dime que te parece? 
Raczo: hemm… pues la verdad, nunca había visto este tipo de mapas, no soy militar, veo muchas líneas y muchos colores y flechas y círculos y números, yo no entiendo eso. (Estaba mintiendo, él sabía perfectamente toda la simbología de ese tipo de mapas) 
Néstor: ahhh, pensé que podrías darme tu opinión al respecto.
Raczo: lo lamento, no sé nada de eso.
Néstor: no te preocupes, solo quería saber tu opinión
Raczo: ¿ahora si ya me puedo ir?
Néstor: si. Ahh, me olvidaba, una cosa más, descansa bien y toma un buen desayuno, trabajar en el molino no es fácil.
Raczo: ok, lo haré.

Y se retiró, no muy seguro de haber convencido del todo al centurión, ya que por algo le enseñó el dichoso mapa ese, lo estaba probando haber cómo reaccionaba y si sentía curiosidad por ese mapa, ya que él no tenía ninguna necesidad en escuchar su opinión, pues Néstor era un oficial de guerra muy preparado para ese tipo de cosas.
Camino a casa de Cecilia pensó que a pesar de todo le había ido muy bien, pues Néstor no insistió en el tema de su procedencia. Cuando llegó a la casa de Cecilia, vio que esta ya lo esperaba afuera de la casa.

Cecilia: ¿cómo te fue? 
Raczo: se podría decir que bien, y desde mañana voy a trabajar en el molino contigo.
Cecilia: ¡que bien! Me caerá muy bien tu compañía
Raczo: gracias.
Cecilia: mis padres ya se fueron a dormir, podrás conocerlos mañana en el desayuno.
Raczo: está bien.
Cecilia: te parece si pasamos y cenamos. 
Raczo: es verdad ahora recuerdo que no habíamos cenado.
Cecilia: bien pasemos.

Cenaron y tuvieron una conversación amena durante buen rato y se fueron a dormir (cada uno en diferente cuarto porsiacaso). Al día siguiente, Razco despertó y se sintió bien, la herida en la frente ya no le dolía y estaba cicatrizada gracias a los cuidados de Cecilia. Salió de la casa para respirar aire puro matutino, detrás de él también salía Cecilia. 

Raczo: buenos di… (Se dio cuenta que 2 legionarios estaban afuera de la casa) 
Legionario1: señor, por órdenes del centurión hemos de escoltarlo ahora mismo hacia la plaza de torneos en donde se encontrará con él.
Raczo: queeeee??? Para que??
Legionario2: solo venga con nosotros.
Raczo: está bien.
Cecilia: Yo voy contigo también. (y los siguió).

Al llegar a la plaza de torneos vieron, no solo a Néstor, sino a un buen número de soldados, en su mayoría legionarios, aunque también se encontraban pretorianos e imperianos.
Raczo: ¿en qué puedo servirlo?, señor.
Néstor: verás, no estoy muy convencido de lo que hemos hablado, y como aún no sé quien eres he decidido que serás tú quien sea el decida tu futuro.
Raczo: ¿Cómo así?
Néstor: simple, pelearás por tu vida.
Raczo: que??? Pero si le dije que no se nada de luchas.
Néstor: ya veremos, pelearás con uno de mis imperianos, será una lucha a muerte, si pierdes, como es lógico, morirás; si ganas, serás uno de mis soldados.
Raczo: pero no es justo!
Néstor: no se diga más, pelearás. Pelearas con un imperiano promedio, osea no es el más fuerte, pero tampoco es el más débil. Así que te aconsejo que dejes de fingir y pelees como sabes. Escóltenlo a la herrería que elija una armadura, escudo y espada. Acá te esperamos.
Raczo: ¡diablos!

Llegó a la herrería, en donde el encargado era un sujeto llamado Apu (no es el de los simpsons por siaca, aunque derrepente es un pariente lejano).

Apu: buenos días, tenemos 3 tipos de armaduras por ahora. La primera es una es de tipo defensiva, es un poco pesada pero muy resistente, adecuada para llevar con ese escudo que ve allá, el cual es grande en comparación con los demás y muy resistente también y lleva esa espada ancha que es muy dura. El segundo tipo es un equipo completamente para alguien ofensivo, la armadura es ligera, para darle mayor movilidad, se usa con un pequeño escudo, y con una espada delgada pero muy filosa. El tercer tipo es un término medio entre las 2 anteriores. Dígame, ¿de qué tipo desea?

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