sábado, 23 de octubre de 2010

CAPITULO 3: CONOCIENDO LA ALDEA

Raczo: Me pareció buena idea ir donde Cecilia, aunque de cariño le digan “Cessy”, ya que sería bueno disculparme por el mal rato que le hice pasar, además había dejado mi equipaje en el molino.
De camino al molino pude notar que los legionarios no me quitaban la vista de encima, lo cual no me incomodó, vi como había mucha actividad en la herrería, la muralla ya estaba terminada y ahora la estaban mejorando, por lo demás parecía un día tranquilo. Llegué al molino y pregunté a uno de los trabajadores.
Raczo: Bueno días! Disculpe conoce a Cecilia? Quisiera hablar con ella.
Trabajador: Cecilia? … ahh sí. Cecilia, aunque de cariño le decimos “Cessy”. Está por allá.
Raczo: ok, gracias.

En su camino hasta donde Cecilia, se dio cuenta que todos los trabajadores lo miraban detenidamente, de arriba abajo, como si fuera algo extraño dentro de la aldea, a lo cual ya se estaba acostumbrando. Cuando vio a Cecilia ella estaba de espaldas, atendiendo su trabajo normal en el molino, pudo darse cuenta que al parecer le gustaba mucho cantar, pues esta vez tarareaba el siguiente ritmo:

♫♪♫♪ Atrévete, te, te, te ♫♪♫♪
♫♪♫♪ Salte del closet, ♫♪♫♪
♫♪♫♪ destápate, quítate el esmalte ♫♪♫♪
♫♪♫♪ Deja de taparte, que nadie va a retratarte ♫♪♫♪
♫♪♫♪ Levántate, ponte hyper ♫♪♫♪

Raczo: hrmm…hrmm (hizo como si estuviera tosiendo) ¡hola!, soy raczo, venia para disculparme por el susto que te hice pasar en la mañana.
Cecilia: ahh, no te preocupes por eso, es más, creo que soy yo la que debería disculparse por haberte golpeado. Y por cierto encontré tu equipaje muy cerca por donde te “encontré”.
Al escuchar esto, Raczo palideció, como si hubiera visto al mismísimo diablo, pues temió que Cecilia haya visto el contenido de su pequeño equipaje, al notar esto, Cecilia dijo: 
Cecilia: No vi el contenido de tu equipaje, si es eso lo te preocupa, no me gusta meterme en asuntos ajenos.
Raczo: no, no es eso
Cecilia: bueno, ahí está. Ahora si no te molesta, tengo que seguir trabajando.
Raczo: bueno me retiro entonces.

Cogió sus cosas, dio media vuelta, y se dirigía a la salida cuando se tocó la frente y esta le dolió mucho e hizo un gesto de dolor, y recordó que fue ahí en donde Cecilia lo había premiado con unos contundentes golpes.

Raczo: auch!!!
Cecilia: te duele mucho?
Raczo: un poco
Cecilia: pero esa herida está sangrando, y veo que no te la has curado.
Raczo: creo estaré bien así.
Cecilia: no, lo menos que puedo hacer por ti, es curarte esa herida.
Raczo: en serio, no te molestes, es una pequeñez.
Cecilia: no te me hagas el valiente, yo te curo esa herida, por qué no me esperas afuera y en un ratito salgo con unas cosas para curarte.
Raczo: ya bueno.

Una vez afuera, revisó las cosas de su equipaje y vio que todo estuviera en orden. Llegó Cecilia, quien le dijo:


Cecilia: ¿podemos sentarnos a la sombra de aquel árbol?
Raczo: claro.
Cecilia: haber veamos cómo esta esa herida. Vaya si que te di muy duro, jejeje… sorry.
Raczo: pues sí, incluso me dejaste inconsciente. 
Cecilia: y dime raczo de ¿dónde vienes?
Raczo: hmm… verás, no recuerdo nada de mi pasado, solo recuerdo estar en el desierto caminando no sé a dónde.
El estaba mintiendo, si recordaba todo, y muy claro, sólo que lo quería olvidar y empezar una nueva vida
Cecilia: hmm… ¿así que olvidaste todo?
Raczo: así parece.
Cecilia: ¿qué raro?
Raczo: pues sí, y dime ¿qué edad tienes? (tratando de cambiar el tema de conversacion)
Cecilia: tengo 21 añitos y tu?
Raczo: yo tengo 25.
Cecilia: ¿y eso si lo recuerdas?
Raczo: ehmm, uhmm… pueees… hay algunas cosillas si recuerdo, pero son mínimas.
Cecilia: uhmm…
Raczo: bueno, ¿creo ya está no?
Cecilia: pues sí, supongo que un par de días se cerrará esa herida.
Raczo: muchas gracias, ahora me voy.
Cecilia: ok, yo también ya me regreso al molino, sin mí la producción debe haberse reducido mucho, jejejejee…
Raczo: jajaja…
Cecilia: oye! ¿Donde piensas dormir esta noche?
Raczo: ehmm…
Cecilia: supongo que no pensaras regresar al molino 
Raczo: no
Cecilia: hay un sitio en mi casa porque no te quedas ahí.
Raczo: ¿segura?
Cecilia: si 
Raczo: ok
Cecilia: por si acaso vivo con mis padres, ¿no te incomoda verdad?
Raczo: no hay problema.
Cecilia: bueno, nos vemos en la noche. 
Raczo: te parece si paso por ti, para ir a tu casa.
Cecilia: si
Raczo: ok

Y se fue, raczo se dirigió al centro de la aldea en donde se encontró con un viejo llamado Baltasar, con el que anduvo conversando por un buen rato, y entre esa conversación le preguntó

Raczo: Dígame ¿cuál es la situación actual de esta aldea?
Baltasar: pues, dime ¿qué quieres saber?
Raczo: para empezar, su situación militar, ¿están en guerra o algo?
Baltasar: no, nada de eso, aunque creo que los tiempos difíciles están por empezar.
Raczo: ¿a qué te refieres?
Baltasar: verás, no estamos muy bien informados pero, lo que sí sabemos es que ayer en la tarde salieron casi todos los pretorianos que teníamos para reforzar una aldea de uno de nuestros aliados germanos.
Raczo: ahh.
Baltasar: bueno, algunos pensamos que eso podría traernos algunos problemas, porque nuestro aliados si están en guerra, y podrían tomar represalias contra nosotros.
Raczo: tienes razón.
Baltasar: nosotros hemos sido siempre una aldea pacífica, no somos ofensivos, casi ni tenemos tropas de ataque
Raczo: no sabía eso
Baltasar: pues sí, y como podrás haberte dado cuenta estamos fortaleciendo la muralla. Siempre hemos estado confiados porque nuestros amigos germanos son muy fuertes, pero ahora la situación no es la misma. Y nos hemos arriesgado al quedarnos sin tropas defensivas. Si esas tropas no regresan pronto esto será un caos. Estamos vulnerables.
Raczo: vaya. 
Baltasar: con esto que te he dicho, ¿aun piensas quedarte aquí?
Raczo: pues seguro, confiemos en que esas tropas regresen pronto.
Baltasar: ¿eres guerrero? ¿Has luchado en batalla alguna vez? 
Raczo: ehmm… no, nunca, no que yo sepa.
Baltasar: vaya, entonces quien sabe lo que te pase mañana.
Raczo: a que te refires.
Baltasar: ya lo veras, jajajaja…
Raczo: bueno, ya se hizo tarde, tengo que pasar por Cecilia.
Baltasa: ahh, si la conozco, pero todos por aquí de cariño le decimos “Cessy”

Recogió a Cecilia y caminaron hacia su casa, pasaron por el mercado para comprar algo para la cena, conversaron un poco, mientras lo hacían, se dio cuenta de lo hermosa que era ella, pero alejo ese pensamiento rápidamente al llegar a la casa recordó que le había prometido a Néstor Pentium III que hablaría con él en la noche, y ya era de noche, y no sabía si quedarse a conocer a los padres de Cecilia, o dirigirse al cuartel para hablar con Néstor, aunque él no quería conversar con el. 

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