lunes, 15 de noviembre de 2010

CAPÍTULO 6: CONOCIENDO AL DESCONOCIDO

CAPÍTULO 6: CONOCIENDO AL DESCONOCIDO


Camino a la casa de Cecilia, los habitantes y soldados lo felicitaban y aplaudían, gritaban su nombre, algunos le daban la mano, otros solo lo veían pasar, tal vez aún asombrados por lo que acaban de ver, no faltó una que otra chica por ahí que gritaba: “Raczo hazme un hijo”. 

Siguieron caminando alejándose de la muchedumbre, cuando Raczo le preguntó:

Raczo: ¿Cómo es posible que hayan entrado esos germanos a la aldea y nadie se haya dado cuenta? Porque no han derribado la muralla, ésta aún está intacta.
Néstor: verás, yo estaba muy ocupado en mi cuartel cuando todo esto ocurrió, pero si sé como entraron. No tuvieron la necesidad de destruir la muralla, dado que nuestros soldados les abrieron las puertas.
Raczo: ¿nos traicionaron nuestras propias tropas?
Néstor: no, nada de eso. ¿Recuerdas que te dije que teníamos unos aliados muy poderosos a los que estábamos ayudando con la defensa de su aldea?, pues eran ellos quienes nos atacaron, lo más seguro es que se hayan unido con sus atacantes en contra de nosotros, es por eso que mis soldados les abrieron las puertas, y una vez dentro empezaron a atacarnos. A simple vista no hubiera reconocido que eran los germanos que teníamos como aliados, me di cuenta cuando aniquilaste a aquel germano que estaba acabando con muchos de nuestros hombres, ese paladín era Judas Puñal, uno de los generales germanos de nuestros “aliados”.
Raczo: Pues ese nombre le cae a pelo. XD 
Néstor: pues sí, ahora el problema es cómo le hacemos para regresar a nuestras tropas que están en esa aldea, si es que siguen con vida. 

Al llegar a la casa de Cecilia, ambos vieron que dentro se encontraban Cecilia (aunque de cariño le decian cessy), conversando en la mesa con el viejo Baltasar, también estaban ahí, los tres comerciantes, en donde se da cuenta que los comerciantes eran idénticos (a excepción de uno que tenía cara de distraído).

Baltasar: buen trabajo el que hiciste afuera muchacho, se podría decir que gracias a ti esta aldea sigue en pie, ten por seguro que los aldeanos te estarán eternamente agradecidos.
Raczo: no hay de qué  hemos venido para contarles sobre mi verdadera identidad.
Comerciante 1: aja! Que bien! justo eso esperábamos. Jejeje…
Néstor: y ustedes no deberían estar acá! Vayan al mercado que es donde deben estar.
Comerciante 2: nosotros también ayudamos a pelear contra esos germanos, y se suponía que debíamos estar en el mercado, jejeee…  Por cierto (mirando a Raczo) él es mi hermano Chapa, yo soy Chepe, y este distraído es mi hermano Orson. Somos trillizos. XD
Raczo: wuau! Pero y orson no es idéntico a ustedes , además por qué no le pusieron el mismo nombre? O sea, no debería llamarse Chipi?
Chapa: creemos que es adoptado, jeje…
Chepe: shhhh!!!! Que no se entere.
Orson: de que ah? Que hablan?
Chapa: de nada hermano.
Todos: jajajajajaa… 

Néstor: bien muchachos, ya es hora de que se vayan, tenemos que conversar unos asuntos privados acá.
Baltasar: creo que se pueden quedar, al fin y al cabo todos se van a enterar, recuerda que esta aldea es una de las más chismosas de todo Travian. tarde o temprano todos se van a enterar. 
Néstor: en eso si tienes razón. Bien Raczo puedes empezar.

Raczo: Pues para empezar, mi verdadero nombre es Alexander Lynos, pero pueden decirme Alex. Mi pueblo desapareció a hace poco. En una gran guerra que tuvimos.
Baltasar: ¡yo sé quién eres! (todos lo quedaron mirando, consternados por lo que acaba de decir). Sí, esa formar de pelear, la manera en que dominas la lanza y la espada, sobretodo la lanza, usas el antiguo estilo hoplita de pelea. En la historia solo hubo una civilización que la perfeccionó tal y como tú lo hiciste. ¡Eres un espartano! Y si no me equivoco, el último que queda con vida. ¿O me equivoco?
Alex: Tienes razón, en mi pueblo fui uno de los generales de nuestra armada, pero esos tiempos han cambiado ahora solo quiero vivir en paz.
Néstor: ¿Cómo es que eres el único con vida de tu pueblo? ¿Por qué no moriste en esa guerra?
Alex: No tuve la oportunidad de pelear en esa guerra, mi rey me encomendó una pequeña misión, y me alejó por completo del campo de batalla, una noche antes de que esta guerra estallara. Algunos años después, cuando regresé a mi pueblo, todo estaba destruido, los edificios, los centros de producción, todos los habitantes habían sido asesinados, incluidos mi esposa y mi pequeño hijo.

Todos se sintieron mal al escuchar a Alex contar su triste historia, ni siquiera podían mirarlo directamente a los ojos.



Alex: es así como me alejé de todo y quise rehacer mi vida, y por lo menos tratar de olvidar esos horribles sucesos pasados. Me deshice de mi lanza, mi escudo, mi espada y todo aquello que me hiciera recordar Esparta. Luego deambulé sin rumbo, de un lado a otro, hasta cruzarme con estos tres y los seguí hasta acá. Con la intención de vivir en una aldea, sin tener que derramar sangre ajena.
Néstor: ¿Es por eso que, en la pelea que tuviste contra uno de mis imperianos, no luchaste como sabias?
Alex: si, no es que me crea la gran cosa,  pero hubiera derrotado muy fácilmente a tu soldado ese día,pero como te dije, ya no quiero pelear, así que me deje ganar, y en realidad esos golpes no dolieron mucho, ya estaba preparado para eso. La única que pudo dejarme inconsciente fue Cecilia, es que me agarró desprevenido.  (todos rieron, menos Cecilia, quien parecía estar mirando al vacio).
Néstor: me hubiera gustado que formaras parte de nuestras tropas, pero respeto tu decisión, puedes quedarte todo el tiempo que quieras y vivir la vida pacífica que deseas.
Alex: Gracias, por todo. Y, que dices Cecilia, ¿puedo quedarme en tu casa un tiempo más?

Cecilia seguía mirando al vacío, el cabello le cubría el rostro, al parecer estaba llorando, de repente salió corriendo de la casa, sin decir nada, Alex se disponía a seguirla, sin embargo Baltasar lo detuvo.

Baltasar: ¡Déjala! Necesita unos momentos a solas para pensar las cosas, enterarse de todo lo que has dicho no ha sido fácil para ella.
Alex: ¿Porque?
Baltasar: serás buen guerrero, pero se vé que eres bien imbeeeecil para estas cosas, acaso no te has dado cuenta del motivo de la tanta preocupación y atención por parte de ella hacia ti.
Alex: eso es porque es muy buena, y yo estaba “herido”. 
Néstor: bien, dejémoslo ahí, yo me retiro, tengo que ir al cuartel.

Saliendo de la casa de Cecilia, llegaba corriendo un legionario hacia donde estaba Néstor.

Legionario: Señor, algo terrible ha pasado.
Néstor: Explíquese soldado.
Legionario: estaba en el puesto de vigilancia, y vi salir corriendo a Cecilia de la aldea, estando afuera, se detuvo cerca del bosque, y al instante 2 paladines la cogieron y se la llevaron. Llevaban los estandartes de los germanos que nos atacaron.

Alex apretó los puños, quiso salir corriendo, pero Néstor lo detuvo.

Néstor: ¿a dónde crees que vas?
Alex: voy a la armería y luego voy a rescatar a Cecilia.
Néstor: pues claro, puedes hacer eso y sacrificar tu vida en vano, o podrías esperarte a mañana y acompañarnos a mí y a mi ejército a destruir a esos traidores y de paso rescatamos a Cecilia también.
Alex: Pero para mañana podría estar muerta!
Néstor: Si vas ahora solo, sin ningún plan o estrategia, no tendrás éxito, por más espartano que seas.

Alex se quedo pensando, ir solo era muy arriesgado, pero ir mañana podría ser demasiado tarde.

domingo, 7 de noviembre de 2010

CAPÍTULO 5: LAS HABILIDADES DE RACZO

Les puse audio en las escenas de pelea, si gustan las activan.

CAPÍTULO 5: LAS HABILIDADES DE RACZO

Después de un rápido análisis de la situación me decidí por una armadura netamente defensiva, ya que ese imperiano no parecía ser muy amistoso que digamos  y tenía que proteger la integridad de mi hermoso cuerpo. 

Raczo: un favor Apu (insisto en que no es el Apu de los Simpson, no quiero tener problemas con el copyright)  , quiero la mejor armadura defensiva que tenga.
Apu: ¡por supuesto! Creo……. que…… uhmm…. que esa de allá le quedará perfecta. 

Al írmela poniendo, empecé a recordar viejos momentos de mi vida, los cuales ya me había decidido a olvidar, sin embargo las circunstancias me estaban obligando a revivir algo en mi que no quería que resurgiera. Al terminar de ponerme la armadura, vi la cara de sorpresa de Apu.

Apu: señor, parece que las armaduras fueran parte de usted, le queda perfectamente, además déjeme decirle que tiene una contextura muscular digna de un guerrero. Dígame, usted es un guerrero? De donde viene?

A lo que Razco no respondió, se quedo callado, estaba pensando en lo que iba a hacer, y salió de la herrería sin decir ni una palabra. Estando afuera, tanto Cecilia como los soldados que lo escoltaban se sorprendieron al verlo con esos atuendos.  
Se dirigió a la plaza de torneos en donde al parecer todo el pueblo se había reunido para ver esta pelea. Se podía distinguir a Néstor en medio de todos sus soldados, el viejo Baltasar también estaba presente, incluso los tres comerciantes con los que se encontró en el desierto también estaban.
Se dirigió al centro de la plaza de torneos, rodeado de todos, salió Néstor:

Néstor: Vaya, veo que te queda muy bien el trajecito, y aun así niegas ser un guerrero? Pues bien, ahora lo demostrarás. Hizo su aparición el imperiano, seguido por una bulliciosa ovación por parte de los soldados.


Raczo miró al cielo, clavó la espada en la tierra, se quitó el casco y miró fijamente a Néstor, ignorando por completo al imperiano, a lo que Néstor respondió haciéndole una seña al imperiano, quien se puso en posición de ataque, Raczo seguía sin moverse, tal vez esperando que el centurión cambie de opinión y decida cancelar el encuentro, cosa que nunca ocurrió.
Néstor dio la orden de inicio de la pelea, y el imperiano empezó con su primera arremetida, y con la espada en alto corrió hacia donde Raczo. La espada se dirigía directamente hacia su cuello, a lo que se cubrió con el enorme escudo, con la fuerza del impacto cayó al suelo soltando el escudo de sus manos, quedando completamente desprotegido ya que había dejado su espada y su casco también. Rápidamente se puso de pie y tuvo que esquivar un ataque en dirección a su estómago, ahí fue donde aprovechó y empujó a su oponente con las manos, con ayuda del impulso que este tenía, y lo derribó haciéndolo caer al suelo, a lo el público respondió con múltiples aplausos, el único que se veía tranquilo era Néstor, quién analizaba milimétricamente la situación. Raczo recogió su escudo, su espada y se colocó su casco, el público se emocinó aun más, pues al parecer la verdadera pelea estaba por empezar. El imperiano sonrió y nuevamente atacó a raczo con la espada a lo que razco respondió de igual manera, ambas espadas chocaron, sin embargo el que llevó la peor parte fue raczo porque se vió como se estremeció todo su cuerpo, y al parecer le había lastimado el brazo pues hizo un gesto de dolor que todos pudieron notar. Una vez más, arremetieron contra el pobre raczo, y volvieron a chocar las espadas; esta vez, el poder del imperiano fue notorio pues no solo le hizo caer la espada sino que razco emitió un fuerte quejido de dolor, habían chocado fuertemente, su brazo derecho empezaba a sangrar debido a un corte que le hizo, solo le quedaba el escudo, pues la espada había quedado muy lejos de su alcance y aun teniéndola no hubiera podido usarla con ese brazo tan lastimado. Su oponente una vez más venía dispuesto a maltratarlo, así que se cubrió con su escudo, con cada golpe de la espada podía verse como temblaba el cuerpo de raczo, y hasta parecía que en cualquier momento caería al suelo, en donde si llegaría su final. El imperiano volvió a sonreír, guardó su espada, tiró su pequeño escudo, y con las manos le quitó el pesado escudo que tenía raczo, esta vez se estaba preparando para jugar con su presa, de alguna manera todos se dieron cuenta que todo estaba perdido, la pelea ahora sería cuerpo a cuerpo, sin espadas y sin escudos.
El publico enmudeció ante lo que sería una muerte segura del desdichado que días atrás se había aventurado a cruzar las murallas de esta sacrosanta aldea. 
Raczo apenas se podía mantener en pié y su rival le propinó un contundente golpe con los puños a un lado de la cabeza, haciendo caer su casco, todos vieron así como le sangraba el rostro. Cayó de rodillas al suelo y por último el imperiano lo pateó con todas sus fuerzas en el cuerpo, y ante eso emitió un terrible quejido que hizo llorar muchos de los presentes, después de eso, cayó al suelo, para ya no volver a levantarse más.
El imperiano fue en busca de su espada para darle el golpe final que acabaría con la vida de raczo, levantó la espada, se disponía a darle el puntillazo final en la garganta, cuando:



Nestor: ¡Alto! Tal parece ser que decías la verdad, esta no ha sido una pelea, ha sido una masacre, ahora te creo. Soldados! Sáquenlo de la arena, y señores el show se ha terminado, ya pueden irse todos a sus labores.

Los soldados se llevaron a rastras al maltrecho Raczo, Cecilia los interceptó y entre llantos les pidió que la dejen llevárselo para que lo cure, los soldados accedieron, ante el gesto de aprobación del centurión. Y Cecilia se lo llevó con la ayuda del viejo Baltazar.
Al llegar a la casa de cessy, con el aún consciente Raczo, lo llevaron adentro y lo tendieron en una cama.
Baltasar: si que te dieron duro eh?
Raczo: Viejo loco, ahora ya sé porqué te reías ese día que hablamos.
Baltazar: jajaja... no es que lo supiera, es que conozco muy bien al centurión. Muchacho, los años no pasan en vano.
Raczo: bueno.
Baltazar: Cecilia está muy preocupada por ti, se ha ido a traer algunas cosas para curarte esas heridas, se ve que se a encariñado mucho contigo, no sé porqué, pero, en fin, no es mi asunto. Ahí te dejo para que te recuperes, espero verte mañana, aunque dudo que puedas caminar para mañana, entonces mejor vendré a visitarte. Adiós.

Y raczo, se quedó dormido como una piedra hasta el día siguiente. Cuando despertó, tenía vendajes y parches por casi todo el cuerpo incluso en zonas en donde no había recibido golpe alguno, y estaba casi desnudo.

Esta chica creo que se ha aprovechado de mi nobleza y me ha violado,  jajaja… (No, mentira, jajaja…) entonces Cecilia entró al cuarto con el desayuno en sus manos.

Cecilia: Toma, esto te hará bien, con esto te recuperarás pronto.
Raczo: oh, gracias.
Cecilia: hoy no voy a ir al molino, así que me quedaré contigo todo el día para cuidarte.
Raczo: no deberías tomarte tantas molestias, ya estoy un poco mejor.
Cecilia: no, ya está decidido, me quedo y me recontraquedo.
Raczo: ok, ok, bueno pero no te esponjes.

Luego del desayuno, Raczo estaba un poco aburrido, pues no tenía nada que hacer, y Cecilia estaba en la sala limpiando y arreglando, así que decidió acompañarla.

Cecilia: ¡oye! ¿Y tú qué haces de pie?, déjame ayudarte
Y lo ayudo a sentarse en la sala, para que le haga compañía. Y se pusieron a conversar mientras Cecilia realizaba sus quehaceres, y raczo vio algo que parecía ser galletas en un frasco, que estaba en un estante en lo alto de la cocina.



Raczo: ¿qué es eso? (Señalando con sus dedos aquel frasco)
Cecilia: ahh, esas son unas ricas y deliciosas escuby-galletas, ¿quieres que te dé unas?
Raczo: claro que Yes!
Cecilia: está un poco alto, pero déjame buscar una silla o algo en que subirme y tendrás tus escuby-galletas. (y encontró una banca que estaba muy viejita)
Raczo: ¡oye! no te irás a subir en eso, verdad?
Cecilia: No te preocupes, es de buena madera, de seguro aguanta el peso.

Y se subió para darle alcance a las dichosas escuby-galletas, ante la atenta mirada de raczo, quien no sabía si admirar la hermosa figura de Cecilia o preocuparse porque esa banca se vaya a romper, de pronto: crack!!! Sucedió lo que el esperaba, la bendita banca se rompió y vio, casi en cámara lenta, como caía el cuerpo de Cecilia y se olvido que supuestamente estaba herido y, saltó y atrapó a Cecilia en el aire y la cogió en sus brazos, se miraron fijamente a los ojos por unos segundos, pero ella se había dado cuenta de algo.

Cecilia: ¿Qué pasó con tus heridas? ¿Cómo es posible que hayas hecho eso?, si a las justas podías mantenerte en pie.
Raczo: ehmm… pues….yo…ehmm… (se oyeron gritos)
Cecilia: ¿Que pasa afuera? (ambos se asomaron por las ventanas)
Tal fue el asombro de ambos al ver lo que sucedía afuera, había soldados germanos por todos lados, se veía como los legionarios y pretorianos de la aldea se defendían como podían ante el ataque sorpresivo de los germanos.

Raczo: ¿cómo pudo pasar esto? ¿Cómo entraron sin que nadie se diera cuenta?
Cecilia: ¿y ahora que haremos?

No se dieron cuenta que, tres luchadores de hacha habían entrado a la casa, cuando Cecilia se dio cuenta, pegó un fuerte grito y cerró los ojos, para cuando los abrió, los tres soldados estaban muertos en el piso, y vio a raczo parado con una espada ensangrentada en sus manos, era la espada que le habían dado para que peleara en la plaza de torneos. Raczo se había quedado inmóvil mirando a la nada.

Raczo: Pensé que nunca más volvería a usar una espada, y tener que matar con ella.
Cecilia: ¿Cómo es posible esto? ¿Quién eres? (se volvieron escuchar gritos afuera)
Raczo: ya no puedo ocultarlo más, tengo que ayudar a los demás, no vayas a salir por nada.
Cecilia: ¡Ten cuidado!
Raczo: No te preocupes, son esos germanos los que deberán preocuparse desde ahora.

Cogió el escudo con su mano izquierda, como si no pesara nada, y salió corriendo.



Audio de pelea


Cecilia veía asombrada como razco acababa rápidamente con los enemigos, a todos los liquidaba con un solo golpe fulminante de su espada, los golpes eran precisos y milimétricos, y se movía con gran agilidad y elegancia en la batalla, cada luchador de porra que se cruzaba en su camino era víctima de los mortales movimientos de Raczo, todos estaban peleando, por defender la aldea, incluso los aldeanos aportaban a la defensa, llegó a ver como el viejo baltazar se las arreglaba para derribar a unas porras ayudado por esos tres comerciantes que había conocido al inicio de esta historia, hasta la hermosa Cecilia se había animado a pelear, ésta con su pala en mano y una olla que le cubría la cabeza a manera de casco. Y él seguía acabando con los germanos, hasta que se cruzó en batalla con el centurión Néstor, quien se sorprendió al verlo batallar de manera magistral, como nunca antes lo había visto. Se limitó a mirarlo y sonreír, como quien diciendo: “me engañaste, pero lo sabía”. Vió que había un paladín que estaba acabando con muchos pretorianos, se veía muy fuerte, asi que cogió una lanza que había quedado por ahí, y se la lanzó al paladín, quien vio venir la lanza, pero no tuvo tiempo de reacción, y terminó cayendo de su caballo con la lanza atravesada por la garganta (es necesario que diga que se murió, mmm… no creo). 
Al parecer ya quedaban pocos enemigos, los cuales estaban siendo eliminados con facilidad, ya que de alguna manera raczo les había levantado la moral a todos con su inédita forma de pelear, aun quedaban muchos paladines más, que poco a poco fueron exterminados por las maravillosas habilidades de este guerrero. Ahora solo quedaban 2 paladines que estaban huyendo, pero raczo no pensaba hacer nada al respecto, hasta que Néstor le grito desde lo lejos: ¡no pueden escapar!
!!! darán aviso a sus amigos!!! Al oir esto, raczo cogió nuevamente una lanza y la lanzo con una fuerza y velocidad impresionante que terminó perforando los cuerpos de los paladines con la misma lanza. Era el final, todo había terminado.

Los soldados estaban eufóricos, todos gritaban y se felicitaban y coreaban el nombre de Raczo. En medio de tantos cadáveres de germanos, Néstor se le acercó y le dijo:

Néstor: Me imagino que ahora si hablaremos sobre ti y esta vez me dirás la verdad de tu origen y los propósitos que tienes en esta aldea.
Raczo: si claro, pero no hablare con usted solamente.
Néstor: a qué te refieres?
Raczo: conversaremos en la casa de Cecilia, ella también tiene derecho a saber, y no pienso contar la historia 2 veces.
Néstor: Claro, no hay problema.
Raczo: bien, vamos a su casa entonces.
Néstor: vamos.

De camino a la casa de Cecilia Racso estaba pensando, en si contarles TODA la historia con lujo de detalles, o si contarles la verdad, pero manteniendo algunos sucesos en secreto.

sábado, 23 de octubre de 2010

CAPITULO 4: LA PRUEBA DEL CENTURIÓN

Me decidí ir al cuartel, al fin y al cabo no me pareció correcto decirle a uno de los líderes de la aldea que me reuniría con él y al final no cumplir, así que a pesar de que no quería ir, me vi presionado a ir.
Raczo: Cecilia, le dije al centurión que iría al cuartel hoy por la noche para conversar sobre mi estadía en la aldea me imagino.
Cecilia: Entonces ve, tienes que llevarte bien con él, si es que te quieres quedar.
Raczo: oh sí claro. Allá voy entonces, conoceré a tus padres más tarde me imagino.
Cecilia: si.

Se dirigía al cuartel y se detuvo a medio camino, pues no estaba dispuesto a cometer errores y tenía que pensar muy bien lo que iba a decirle, pues Néstor parecía ser un tipo muy listo, decidió que la mejor manera de evitar preguntas incómodas e indeseables era ser dominante en la conversación y tomar la iniciativa en los temas que se traten. Y por sobretodo, salir de ese cuartel lo más rápido posible.
Llegó al cuartel, en la entrada estaban 2 pretorianos haciendo guardia, uno de ellos, al verlo le dijo:

Pretoriano: El centurión lo está esperando, puede pasar.
Y uno de ellos lo escoltó hacia donde estaba Néstor.
Pretoriano: Centurión, acá está a quien usted esperaba.
Néstor: Gracias, puede retirarse soldado, y todos ustedes también, dirigiéndose a un pequeño grupo de soldados que se encontraba dentro del cuartel.

Raczo: aquí estoy, tal y como habíamos quedado. 
Néstor: ya veo.
Raczo: quisiera decirle algo.
Néstor: pues es por eso que estas aquí muchacho, dime.
Raczo: he decidido quedarme en esta aldea, claro siempre y cuando usted apruebe eso.
Néstor: Hummm… pues claro, no veo ningún inconveniente en eso, pero… 
Raczo: me gustaría no vivir de gratis acá, me refiero a ganarme un sitio aquí, me parece que podría trabajar en el molino.
Néstor: Humm… si claro, eso se puede arreglar no te preocupes, pero ¿no es ahí en donde está Cecilia?, aunque de cariño todos le decimos “cessy”, ¿no era ella quien te hizo esa herida?, jajaja…
Raczo: si, ya hablé con ella y nos estamos llevando bien, y le voy a decir para que me dé clases de defensa personal. 
Conocí también a un viejo llamado Baltasar. Hasta ahora no he tenido problemas aquí. 
Néstor: bien, muy bien.
Raczo: entonces, ¿puedo irme ya?
Néstor: no, aun no. Sabes, no sé porqué, pero la razón me dice que no eres totalmente sincero conmigo, eso de que no recuerdas nada, pero aun así mi instinto me dice que confíe en ti.
Raczo: ehmmm…
Néstor: ven, quiero que veas esto
Y lo llevo hacia una mesa, en donde estaban varios documentos y en el centro un gran mapa, y él se dio cuenta muy rápido de lo que se trataba, sin embargo fingió. 
Raczo: ¿qué es eso?
Néstor: ¿no sabes? Es un mapa de guerra, como te habrás dado cuenta, no tenemos muchas tropas en la aldea, casi todas están de refuerzos en un aldea aliada. Mira, esta es nuestra aldea, estas que ves acá marcadas de rojo, son aldeas neutrales, con respecto a nosotros, estas de verde son aliadas, estas medias celestes son con quienes tenemos un pacto de no agresión. Estas que vez aquí, aquí, y aquí, son los que están atacando a nuestros aliados, ¿dime que te parece? 
Raczo: hemm… pues la verdad, nunca había visto este tipo de mapas, no soy militar, veo muchas líneas y muchos colores y flechas y círculos y números, yo no entiendo eso. (Estaba mintiendo, él sabía perfectamente toda la simbología de ese tipo de mapas) 
Néstor: ahhh, pensé que podrías darme tu opinión al respecto.
Raczo: lo lamento, no sé nada de eso.
Néstor: no te preocupes, solo quería saber tu opinión
Raczo: ¿ahora si ya me puedo ir?
Néstor: si. Ahh, me olvidaba, una cosa más, descansa bien y toma un buen desayuno, trabajar en el molino no es fácil.
Raczo: ok, lo haré.

Y se retiró, no muy seguro de haber convencido del todo al centurión, ya que por algo le enseñó el dichoso mapa ese, lo estaba probando haber cómo reaccionaba y si sentía curiosidad por ese mapa, ya que él no tenía ninguna necesidad en escuchar su opinión, pues Néstor era un oficial de guerra muy preparado para ese tipo de cosas.
Camino a casa de Cecilia pensó que a pesar de todo le había ido muy bien, pues Néstor no insistió en el tema de su procedencia. Cuando llegó a la casa de Cecilia, vio que esta ya lo esperaba afuera de la casa.

Cecilia: ¿cómo te fue? 
Raczo: se podría decir que bien, y desde mañana voy a trabajar en el molino contigo.
Cecilia: ¡que bien! Me caerá muy bien tu compañía
Raczo: gracias.
Cecilia: mis padres ya se fueron a dormir, podrás conocerlos mañana en el desayuno.
Raczo: está bien.
Cecilia: te parece si pasamos y cenamos. 
Raczo: es verdad ahora recuerdo que no habíamos cenado.
Cecilia: bien pasemos.

Cenaron y tuvieron una conversación amena durante buen rato y se fueron a dormir (cada uno en diferente cuarto porsiacaso). Al día siguiente, Razco despertó y se sintió bien, la herida en la frente ya no le dolía y estaba cicatrizada gracias a los cuidados de Cecilia. Salió de la casa para respirar aire puro matutino, detrás de él también salía Cecilia. 

Raczo: buenos di… (Se dio cuenta que 2 legionarios estaban afuera de la casa) 
Legionario1: señor, por órdenes del centurión hemos de escoltarlo ahora mismo hacia la plaza de torneos en donde se encontrará con él.
Raczo: queeeee??? Para que??
Legionario2: solo venga con nosotros.
Raczo: está bien.
Cecilia: Yo voy contigo también. (y los siguió).

Al llegar a la plaza de torneos vieron, no solo a Néstor, sino a un buen número de soldados, en su mayoría legionarios, aunque también se encontraban pretorianos e imperianos.
Raczo: ¿en qué puedo servirlo?, señor.
Néstor: verás, no estoy muy convencido de lo que hemos hablado, y como aún no sé quien eres he decidido que serás tú quien sea el decida tu futuro.
Raczo: ¿Cómo así?
Néstor: simple, pelearás por tu vida.
Raczo: que??? Pero si le dije que no se nada de luchas.
Néstor: ya veremos, pelearás con uno de mis imperianos, será una lucha a muerte, si pierdes, como es lógico, morirás; si ganas, serás uno de mis soldados.
Raczo: pero no es justo!
Néstor: no se diga más, pelearás. Pelearas con un imperiano promedio, osea no es el más fuerte, pero tampoco es el más débil. Así que te aconsejo que dejes de fingir y pelees como sabes. Escóltenlo a la herrería que elija una armadura, escudo y espada. Acá te esperamos.
Raczo: ¡diablos!

Llegó a la herrería, en donde el encargado era un sujeto llamado Apu (no es el de los simpsons por siaca, aunque derrepente es un pariente lejano).

Apu: buenos días, tenemos 3 tipos de armaduras por ahora. La primera es una es de tipo defensiva, es un poco pesada pero muy resistente, adecuada para llevar con ese escudo que ve allá, el cual es grande en comparación con los demás y muy resistente también y lleva esa espada ancha que es muy dura. El segundo tipo es un equipo completamente para alguien ofensivo, la armadura es ligera, para darle mayor movilidad, se usa con un pequeño escudo, y con una espada delgada pero muy filosa. El tercer tipo es un término medio entre las 2 anteriores. Dígame, ¿de qué tipo desea?

CAPITULO 3: CONOCIENDO LA ALDEA

Raczo: Me pareció buena idea ir donde Cecilia, aunque de cariño le digan “Cessy”, ya que sería bueno disculparme por el mal rato que le hice pasar, además había dejado mi equipaje en el molino.
De camino al molino pude notar que los legionarios no me quitaban la vista de encima, lo cual no me incomodó, vi como había mucha actividad en la herrería, la muralla ya estaba terminada y ahora la estaban mejorando, por lo demás parecía un día tranquilo. Llegué al molino y pregunté a uno de los trabajadores.
Raczo: Bueno días! Disculpe conoce a Cecilia? Quisiera hablar con ella.
Trabajador: Cecilia? … ahh sí. Cecilia, aunque de cariño le decimos “Cessy”. Está por allá.
Raczo: ok, gracias.

En su camino hasta donde Cecilia, se dio cuenta que todos los trabajadores lo miraban detenidamente, de arriba abajo, como si fuera algo extraño dentro de la aldea, a lo cual ya se estaba acostumbrando. Cuando vio a Cecilia ella estaba de espaldas, atendiendo su trabajo normal en el molino, pudo darse cuenta que al parecer le gustaba mucho cantar, pues esta vez tarareaba el siguiente ritmo:

♫♪♫♪ Atrévete, te, te, te ♫♪♫♪
♫♪♫♪ Salte del closet, ♫♪♫♪
♫♪♫♪ destápate, quítate el esmalte ♫♪♫♪
♫♪♫♪ Deja de taparte, que nadie va a retratarte ♫♪♫♪
♫♪♫♪ Levántate, ponte hyper ♫♪♫♪

Raczo: hrmm…hrmm (hizo como si estuviera tosiendo) ¡hola!, soy raczo, venia para disculparme por el susto que te hice pasar en la mañana.
Cecilia: ahh, no te preocupes por eso, es más, creo que soy yo la que debería disculparse por haberte golpeado. Y por cierto encontré tu equipaje muy cerca por donde te “encontré”.
Al escuchar esto, Raczo palideció, como si hubiera visto al mismísimo diablo, pues temió que Cecilia haya visto el contenido de su pequeño equipaje, al notar esto, Cecilia dijo: 
Cecilia: No vi el contenido de tu equipaje, si es eso lo te preocupa, no me gusta meterme en asuntos ajenos.
Raczo: no, no es eso
Cecilia: bueno, ahí está. Ahora si no te molesta, tengo que seguir trabajando.
Raczo: bueno me retiro entonces.

Cogió sus cosas, dio media vuelta, y se dirigía a la salida cuando se tocó la frente y esta le dolió mucho e hizo un gesto de dolor, y recordó que fue ahí en donde Cecilia lo había premiado con unos contundentes golpes.

Raczo: auch!!!
Cecilia: te duele mucho?
Raczo: un poco
Cecilia: pero esa herida está sangrando, y veo que no te la has curado.
Raczo: creo estaré bien así.
Cecilia: no, lo menos que puedo hacer por ti, es curarte esa herida.
Raczo: en serio, no te molestes, es una pequeñez.
Cecilia: no te me hagas el valiente, yo te curo esa herida, por qué no me esperas afuera y en un ratito salgo con unas cosas para curarte.
Raczo: ya bueno.

Una vez afuera, revisó las cosas de su equipaje y vio que todo estuviera en orden. Llegó Cecilia, quien le dijo:


Cecilia: ¿podemos sentarnos a la sombra de aquel árbol?
Raczo: claro.
Cecilia: haber veamos cómo esta esa herida. Vaya si que te di muy duro, jejeje… sorry.
Raczo: pues sí, incluso me dejaste inconsciente. 
Cecilia: y dime raczo de ¿dónde vienes?
Raczo: hmm… verás, no recuerdo nada de mi pasado, solo recuerdo estar en el desierto caminando no sé a dónde.
El estaba mintiendo, si recordaba todo, y muy claro, sólo que lo quería olvidar y empezar una nueva vida
Cecilia: hmm… ¿así que olvidaste todo?
Raczo: así parece.
Cecilia: ¿qué raro?
Raczo: pues sí, y dime ¿qué edad tienes? (tratando de cambiar el tema de conversacion)
Cecilia: tengo 21 añitos y tu?
Raczo: yo tengo 25.
Cecilia: ¿y eso si lo recuerdas?
Raczo: ehmm, uhmm… pueees… hay algunas cosillas si recuerdo, pero son mínimas.
Cecilia: uhmm…
Raczo: bueno, ¿creo ya está no?
Cecilia: pues sí, supongo que un par de días se cerrará esa herida.
Raczo: muchas gracias, ahora me voy.
Cecilia: ok, yo también ya me regreso al molino, sin mí la producción debe haberse reducido mucho, jejejejee…
Raczo: jajaja…
Cecilia: oye! ¿Donde piensas dormir esta noche?
Raczo: ehmm…
Cecilia: supongo que no pensaras regresar al molino 
Raczo: no
Cecilia: hay un sitio en mi casa porque no te quedas ahí.
Raczo: ¿segura?
Cecilia: si 
Raczo: ok
Cecilia: por si acaso vivo con mis padres, ¿no te incomoda verdad?
Raczo: no hay problema.
Cecilia: bueno, nos vemos en la noche. 
Raczo: te parece si paso por ti, para ir a tu casa.
Cecilia: si
Raczo: ok

Y se fue, raczo se dirigió al centro de la aldea en donde se encontró con un viejo llamado Baltasar, con el que anduvo conversando por un buen rato, y entre esa conversación le preguntó

Raczo: Dígame ¿cuál es la situación actual de esta aldea?
Baltasar: pues, dime ¿qué quieres saber?
Raczo: para empezar, su situación militar, ¿están en guerra o algo?
Baltasar: no, nada de eso, aunque creo que los tiempos difíciles están por empezar.
Raczo: ¿a qué te refieres?
Baltasar: verás, no estamos muy bien informados pero, lo que sí sabemos es que ayer en la tarde salieron casi todos los pretorianos que teníamos para reforzar una aldea de uno de nuestros aliados germanos.
Raczo: ahh.
Baltasar: bueno, algunos pensamos que eso podría traernos algunos problemas, porque nuestro aliados si están en guerra, y podrían tomar represalias contra nosotros.
Raczo: tienes razón.
Baltasar: nosotros hemos sido siempre una aldea pacífica, no somos ofensivos, casi ni tenemos tropas de ataque
Raczo: no sabía eso
Baltasar: pues sí, y como podrás haberte dado cuenta estamos fortaleciendo la muralla. Siempre hemos estado confiados porque nuestros amigos germanos son muy fuertes, pero ahora la situación no es la misma. Y nos hemos arriesgado al quedarnos sin tropas defensivas. Si esas tropas no regresan pronto esto será un caos. Estamos vulnerables.
Raczo: vaya. 
Baltasar: con esto que te he dicho, ¿aun piensas quedarte aquí?
Raczo: pues seguro, confiemos en que esas tropas regresen pronto.
Baltasar: ¿eres guerrero? ¿Has luchado en batalla alguna vez? 
Raczo: ehmm… no, nunca, no que yo sepa.
Baltasar: vaya, entonces quien sabe lo que te pase mañana.
Raczo: a que te refires.
Baltasar: ya lo veras, jajajaja…
Raczo: bueno, ya se hizo tarde, tengo que pasar por Cecilia.
Baltasa: ahh, si la conozco, pero todos por aquí de cariño le decimos “Cessy”

Recogió a Cecilia y caminaron hacia su casa, pasaron por el mercado para comprar algo para la cena, conversaron un poco, mientras lo hacían, se dio cuenta de lo hermosa que era ella, pero alejo ese pensamiento rápidamente al llegar a la casa recordó que le había prometido a Néstor Pentium III que hablaría con él en la noche, y ya era de noche, y no sabía si quedarse a conocer a los padres de Cecilia, o dirigirse al cuartel para hablar con Néstor, aunque él no quería conversar con el.